Había visto fotos y me pareció interesante dedicar un día entero a visitar las fábricas de ladrillos tan populares en este país. Un bicitaxi hasta la estación de tren, luego una hora larga en el tren hasta Gazipur, lo que ya es toda una experiencia, después, en un lugar donde no va ni un turista, hacerme entender enseñando capturas de fotos de donde quiero ir. Consigo un mototaxi que durante una hora me lleva por aldeas y aldeas del Bangladesh profundo hasta llegar a un puente, me dice que aquí es, y eso era justo lo que buscaba, delante mio decenas de chimeneas contaminantes, símbolo inequívoco de que este lugar es el que buscaba.
Cada chimenea significa una fábrica de ladrillos y entre 100-200 trabajadores por cada una, que trabajan de sol a sol en la temporada seca por unos miseros dólares. Visité unas 20 fábricas, pude encontrarme con miles de trabajadores, y era muy evidente saber quien era el propietario, el único con sobrepeso de entre ellos. Viven en «casas» de ladrillos, de no más de un metro de alto donde duermen 10-12 personas en el suelo y así pasan los días, semanas y meses. Algunos son afortunados y tienen a la mujer e hijos con ellos, otros, saben que pasaran meses sin regresar a casa, hasta la época de lluvias que es cuando se detiene la producción.
Las fotos hablan por si solas, son 79, me ha costado decidir, pero creo que retratan muy bien como es la vida en un lugar como este.
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«Nos vemos en el camino»