Pasiones que condicionan nuestras vidas

¿Por qué no puedes desconectar del baloncesto? ¿Por qué no aprovechas tu tiempo libre en otra cosa? ¿Pero qué tiene el baloncesto que te engancha tanto?

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Pista de baloncesto en Kedougou, Senegal

El otro día, hablando con unos amigos que también son entrenadores de baloncesto como yo, llegamos a una conclusión; cuando algo te gusta y es tu gran pasión, cuesta mucho que personas de fuera de ese entorno lo entiendan, y más cuesta entender si se trata de pasiones amateurs, que no te dan para vivir, que haces por puro placer.

La charla venía por el típico tema previo al fin de semana para los entrenadores, eso de… “me gustaría ir a ver este partido, pero tengo que ir al cine con mi pareja, o tengo un compromiso familiar, o un cumpleaños de un amigo”. De eso hablábamos, nos gusta ir al cine con nuestra pareja, estar con nuestra familia y celebrar cumpleaños con amigos, pero nos puede más el ir a ver ese partido. No es nada malo pensar así, en definitiva, se trata de nuestra pasión y muchas veces se confunde con no querer hacer cosas con los demás. Y es inevitable, estamos en ese cine, fiesta o compromiso, y nuestra cabeza tiene visitas continuas mentalmente a ese partido al que queríamos ir. Cuesta explicarlo, cuesta hacerse entender y cuesta decirlo sin “represalias” (entiéndase represalias como las preguntas que he puesto al inicio del artículo).

He tenido la suerte de irme de viaje dos veces durante un año entero cada vez, y a mi vuelta, lo normal es que te pregunten muchas cosas, y en general, una de las más recurrentes es la de… ¿Qué es lo que más has echado de menos? Lo habitual y normal es decir que la familia, amigos… que en parte es así, pero no del todo cierto. Recuerdo que cuando ya llevaba meses fuera, de las pocas cosas que me hacían pensar en volver era el “mono” por el baloncesto, la necesidad de estar en un polideportivo, de entrenar a un equipo, de ver partidos en directo, de compartir con los colegas de pasión. Siempre he dicho que es el principal motivo para regresar o para no seguir más tiempo fuera de viaje. La familia la puedes ver, los amigos también, puedes ir y venir, pero esa necesidad de disfrutar de tu gran pasión, de meterte en un submundo difícil de entender para los demás, es muy fuerte.

Es curioso que, cuando uno tiene una gran pasión, al final, sin darte cuenta, esa pasión condiciona tu vida, terminas acomodando todo tu día a día alrededor de ese hobby… “esta semana tengo entreno tal y tal día, más este partido, esta cena con entrenadores, más estos dos partidos que quiero ir a ver más los 3 que dan por la televisión, entonces, libre tengo este, este y este otro ratito”, no lo haces queriendo, pero uno ya tiene su plan de ruta semanal, luego ya vendrán los encajes de bolillos para socializarlo con el resto de actividades diarias.

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Colegio en la provincia de Yunnan, China

A nadie que se encuentre en una situación así le sonará raro eso de llegar tarde a una cena, de no poder asistir a una quedada de amigos, de fallar a un compromiso familiar, al final, como digo, todo gira alrededor de eso, tus horarios funcionan en función de cuando quedas libre de tu hobby, y para mí es muy bueno, buenísimo diría. Si hay algo que considero básico en esta vida es tener una gran pasión que te haga ser capaz de ocupar tus pensamientos, tus espacios vacíos, que te haga llenar esas horas totalmente perdidas tirado en el sofá, y ocuparlas en pensar, en crear, en solucionar, en mejorar, en definitiva, en sentirse vivo.

Conclusión (mi conclusión, claro está): llámese baloncesto o llámese cualquier otra actividad, es muy importante tener una pasión, es sano y hace no caer en una rutina que te puede adormecer o incluso pasar a ser dependiente de otras personas para ocupar las horas libres. Igual los dependientes son los que tienen un hobby se puede pensar, y puede ser, pero no hay nada como tener una actividad que te llene y complazca por sí sola.